MÁS CONSUMO NO NOS SACARÁ DE LA CRISIS – 23N DÍA SIN COMPRAS

El próximo viernes 23 de noviembre se celebra el Día sin Compras, una jornada de protestas a nivel mundial contra al modelo consumista y sus repercusiones ambientales y sociales. Queremos aprovechar esta fecha para promover alternativas al sistema, fuera de la lógica del crecimiento y la competencia, que contribuyan a un modelo económico y social que respete los límites físicos del plantea y favorezca el bienestar de todas las personas. Con este fin, os invitamos a participar en las actividades que hemos preparado.

A continuación tenéis el manifiesto, el programa de actividades y el tríptico explicativo.

ABRE LOS OJOS:

MÁS CONSUMO NO NOS SACARÁ DE LA CRISIS

         Ante la actual crisis en que se encuentran muchos países, la ciudadanía debe plantearse seriamente si el mensaje lanzado desde la mayoría de las instancias económicas y políticas, y amplificado sistemáticamente por los medios, plantea las medidas correctas para afrontar la situación, o si por el contrario cabe repensar el modelo de vida que nos ha llevado a la misma.

La respuesta que se ha dado en otros momentos históricos para afrontar este tipo de crisis financieras ha sido la de aumentar el consumo para reactivar la economía. Sin embargo, esto no ha impedido en otras ocasiones que se repitan periódicamente episodios más o menos dramáticos como el que vivimos.

El consumo desorbitado de bienes y servicios tiene un límite, y cuando se alcanza ese límite en las economías de los consumidores, la estrategia seguida por el sistema es la de facilitar el crédito para seguir consumiendo cada vez más, de forma que no se pare la maquinaria productiva. Desgraciadamente, este sistema basado en la acumulación de la deuda también tiene un límite, como hemos constatado con el estallido de la crisis en 2008. Precisamente la denominación oficial que se está dando es esa: “crisis de la deuda”, de las hipotecas subprime, de los bonos basura.

Un modelo que no nos sirve

El modelo no es válido por dos razones. La primera es la que se ha apuntado más arriba: el fomento del consumo puede ser válido durante un periodo determinado, pero es insostenible a medio y largo plazo.

La segunda razón, y quizás más importante, es que el momento en el que vivimos, es radicalmente diferente al de las anteriores grandes crisis del capitalismo. En anteriores ocasiones había recursos que se podían obtener de la naturaleza sin poner en grave peligro la vida tal y como la conocemos hoy en día. Sin embargo, esta ocasión es distinta.

Hace años que nuestro modelo de vida ha hecho que se sobrepasen los límites de regeneración que tiene el planeta que habitamos. Nuestro consumo de materiales y energía es desmesurado, así como la extracción de recursos minerales, pesqueros, y el mal uso que realizamos de la tierra fértil. La industria agroalimentaria tampoco es un ejemplo de sostenibilidad, generando graves perjuicios sociales y medioambientales. Los residuos generados por el sistema, cuando no contaminan el aire, el agua o la tierra, son inservibles para poder ser aprovechados nuevamente de una forma eficiente.

El planeta tierra es incapaz de regenerarse al ritmo al que consumimos recursos de él y expulsamos residuos. Es ya un problema global, pero lo peor es que los países en los que la mayoría de las personas tienen el derecho de alcanzar unas condiciones de vida dignas, toman como ejemplo a nuestro modelo depredador. Si todos los habitantes del planeta vivieran como los estadounidenses, harían falta 5 planetas Tierra, y si vivieran como los españoles, harían falta 3 planetas y medio (http://www.footprintnetwork.org/es/index.php/GFN/).

Nos encontramos en un punto crítico, pues aunque de momento estamos viviendo de las reservas (petróleo, uranio, carbón, madera…) que tiene nuestro planeta, en poco tiempo estas reservas se agotarán, y en ese momento, la crisis que deberemos afrontar serán mucho más duras que las de una crisis financiera, pues a esta se unirán crisis climática, energética, de materiales y alimentos, así como crisis sociales provocadas por la tremenda desigualdad que fomenta este sistema económico, en el que para que algunas personas vivan en el lujo y el hedonismo, otras muchas mueren diariamente de hambre o enfermedades fácilmente curables, mientras que otras muchas viven en condiciones de esclavitud.

Es decir, al igual que el sobreconsumo basado en un endeudamiento sistémico termina siempre generando crisis financieras, esta crisis presenta un factor adicional: el sobreconsumo se ha basado, además de en el endeudamiento monetario, en un endeudamiento con el planeta, que irremisiblemente nos pasará una factura mucho más alta que la monetaria.

Es por ello que debemos replantearnos si esta es la forma de salir de la crisis, una crisis que va más allá de lo monetario. A estas alturas ya tenemos todas las certezas de que el olvido interesado de los límites (los recursos naturales finitos o la capacidad del aire, el agua y la tierra para ser contaminados) y la obsesión ideológica por el crecimiento económico constante, ni siquiera han posibilitado una sociedad más satisfecha consigo misma, sino más bien todo lo contrario: la sociedad que ha dispuesto de los recursos más abundantes y de las tecnologías más avanzadas se encuentra aprisionada, sin embargo, de una espiral consumista que nos hace infelices, competitivos e individualistas, y pone en grave riesgo la subsistencia del entorno del que dependemos. Frente a este escenario, ¿qué hacemos? ¿Seguimos consumiendo?

Construyendo alternativas

A contracorriente de la entelequia del “consumo como solución a la crisis”, cada día son más numerosas las iniciativas colectivas que a escala global pretenden denunciar los excesos y defectos de este modelo de consumo, promoviendo la reflexión crítica, denunciando los impactos, construyendo alternativas y articulando iniciativas para un consumo consciente, crítico y responsable.

Colectivos sociales de todo el mundo se unen el próximo 23 de noviembre para celebrar un Día Sin Compras para reivindicar que la solución no es consumir más, sino construir otro modelo de consumo más equitativo y menos despilfarrador desde el punto de vista económico, social y medioambiental.

La elección de la fecha se debe a que el Día de Acción de Gracias representa el pistoletazo de salida a la oleada de las compras navideñas, principalmente en EE.UU. El también denominado Viernes Negro, es la fecha en la se rebajan los precios en la inauguración de la temporada de compras navideñas, se colapsan las grandes superficies y centros comerciales, la publicidad promueve el desenfreno consumista y, como resultado, es la jornada en la que se produce el mayor volumen de compras en ese país.

Por ello, se trata de una apuesta activa por otro modelo de consumo más crítico, donde el eje no sea el crecimiento económico y la optimización de los beneficios empresariales a costa de sistemáticas injusticias sociales, la polarización de la riqueza, la dependencia al consumismo y la destrucción de los recursos naturales. Así, se ha convertido en una jornada señalada para los colectivos y personas que apuestan por la transformación del modelo de producción, distribución y consumo, así como del estilo de vida contemporáneo.

Un modelo de consumo en el que no se sobrepasen los límites de la naturaleza, al mismo tiempo que somos capaces de satisfacer nuestras necesidades, en el que los productores reciban un precio justo por sus productos, y los consumidores a su vez paguen un precio razonable, un consumo de productos locales y ecológicos, en pequeños comercios de proximidad en los que el trato humano no nos haga pasar de ser personas a ser meros consumidores y consumidoras.

Esta postura se sustenta en una crítica sistémica más amplia y profunda, vinculada al reparto de los recursos a escala planetaria, el libre mercado, las normas que rigen el comercio internacional o las políticas alimentarias, entre otros. Por lo tanto, también se relaciona con otros movimientos de contestación, como es el caso del comercio justo, la agroecología, la economía solidaria, el movimiento decrecentista o la defensa de la soberanía alimentaria de los pueblos.

Durante esa fecha, los colectivos y organizaciones sociales implicadas en estas temáticas denuncian de distintas maneras un sistema injusto, alienante e insostenible, y reivindican el consumo local, justo y ecológico de los productos necesarios. Por eso, el DSC es también una ocasión para la visibilización de la problemática asociada al consumismo y la promoción del ejercicio colectivo de un consumo responsable y crítico durante los otros 364 días del año.

Con este Día sin compras se propone el debate, la reflexión y la construcción de alternativas posibles para promover el decrecimiento, reconducir el estilo de vida, el modelo de producción, de consumo, de transporte, energético, de alimentación y de poder, con el objeto de transitar el ineludible camino hacia la sostenibilidad socioambiental del sistema. Y también la no compra puede constituirse en una vía para la lucha y movilización contra los poderes económicos centralizados.

En última instancia, se trata de una jornada que sirve para poner sobre la mesa de la conciencia colectiva un conjunto de críticas y alternativas necesarias que han quedado ocultas o disfrazadas por el ruido mediático y la saturación publicitaria. La crítica a una economía que se ha vuelto autónoma, que no toma en consideración las necesidades y exigencias de la vida humana y sólo aspira a su propio desarrollo. A un aparato de producción que pretende alcanzar un ilusorio crecimiento infinito sobreexplotando el planeta y un modelo de consumo que pretende mercantilizar todo aquello cuanto exista. A un estilo de vida que obvia cualquier límite y pasa por encima de las necesidades en nombre del “progreso”, el “desarrollo” o la “modernidad”. La alternativa de construir una sociedad fuera de la lógica del crecimiento, el individualismo y la competencia. De promover un modelo económico y social que respete los límites físicos, proteja y favorezca la vida. La alternativa de reaprender a vivir más allá del consumismo, siguiendo la consigna “menos para vivir mejor”.

Con la representación que se realiza hoy pretendemos explicar cómo cada producto que compramos tiene su historia, su cadena de producción, sus efectos asociados y que su compra conlleva una serie de consecuencias en función de cómo haya sido producido, en qué condiciones trabajen las personas que los han fabricado y que, de alguna manera, somos co-responsables de esas situaciones cuando elegimos comprar un producto y no otro (o ninguno).          Estas consecuencias las hemos representado con una “carga” (mediante cajas) que está asociada a cada una de nuestras compras, aunque normalmente no nos demos cuenta.

 

Programa del Día Sin Compras 2012

Jueves 22 de noviembre.

Proyección de la película “Plastic Planet” y posterior debate: “Un mundo de usar y tirar”, a las 20h en los Cines Golem (C/ Martín de los Heros, 14). Entrada gratuita. XIII Ciclo de Cine Foro organizado por Economistas sin Fronteras en colaboración con Plataforma 2015 y más, Ecologistas en Acción y ATTAC.

Viernes 23 de noviembre.

– Acción performance en el Día sin Compras. En la Puerta del Sol a las 17:30 hrs.

– Talleres, a las 18,30h en Ecologistas en Acción (C/ Marqués de Leganés, 12):

a) Creación y gestión de grupos de consumo.

b) Desobediencia civil y consumo.

Sábado 24 de noviembre

Talleres, a las 11h:

a) Ciclismo urbano, en el Parque de El Retiro, junto al quiosco de música (próximo a la entrada desde la calle Alcalá, donde está el metro de Retiro).

b) Agroecología y huertos urbanos, en ¡Esta es una Plaza! (C/ Doctor Fourquet 24).

Plazas limitadas, inscríbete mandando un correo electrónico a diasincompras2012@gmail.com, e indícanos tu nombre, teléfono y el taller que eliges.


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