LA MARCHA DE UN PUEBLO TRABAJADOR QUE SE NIEGA A VIVIR DE RODILLAS

Fuente: Asamblea local del SAT de Sanlucar de Barrameda

La grieta abismal entre la Andalucía popular y sus “representantes” de la Junta (supuestamente “de izquierdas”) se ha ahondado definitivamente este verano, haciéndose insalvable.

Las acciones del SAT han tenido la virtud de generar simpatía y apoyo en todos los rincones del Estado español, e incluso en zonas de América Latina. Todos han sentido admiración ante un pueblo trabajador andaluz esquilmado y sometido que se niega a agachar la cabeza, que se niega a vivir de rodillas. No en vano, el SAT bautizó a estas marchas con el nombre de “Andalucía En Pie”.

Durante un mes, las y los jornaleros, jóvenes estudiantes, obreros, parados o trabajadores del sector servicios han recorrido las 8 provincias de Andalucía gritando bien fuerte que debemos resistir, que no hay tregua, que no pasarán.

La Junta de PSOE e IU aplicaron los recortes “por imperativo legal”. El SAT, en cambio, declaró que esa ley sólo sirve a los ricos y entró en el Mercadona y el Carrefour a expropiar alimentos de primera necesidad, cumpliendo de ese modo la ley del pueblo, la ley de los de abajo, de los que tienen familias que alimentar caiga quien caiga.

La Andalucía institucional de PSOE-IU obedece vergonzante y vergonzosamente. La Andalucía popular desobedece, cueste lo que cueste. Porque la Andalucía popular comprende que la lucha está todavía fuera de las instituciones capitalistas y trabajar para construir espacios de poder popular desde abajo.

La Andalucía institucional que no conoce el hambre, nieta de las élites tecnócratas ilustradas, sueña con que nos contentemos con sus migajas.

La Andalucía popular, nieta de los que perdieron la guerra civil, sueña con ver la caída de la mafia bancaria y sus lacayos, los de siempre, los ricos del pueblo, los “vencedores”.
La Andalucía institucional de PSOE–IU sueña con liberar a algunos cargos más en la Junta y luego lanzar algún spot publicitario sobre feminismo institucional, para demostrarnos lo diferentes que son al PP. La Andalucía popular sueña con ver a escoria como Botín o Amancio Ortega limpiando lavabos o recogiendo patatas por el salario mínimo… a ver cómo especulan entonces.

El calor del recibimiento a la marcha obrera del SAT en cada localidad andaluza donde aparecía demuestra una cosa: la gente se está preparando para una lucha muy dura, está buscando nuevos referentes en los que depositar su esperanza.

Y no los busca en una izquierda domesticada, libresca y refinada, sino en un sindicato que afirma públicamente, como Diego Cañamero a la llegada de la marcha a Sevilla, que los pobres no deben preocuparse mientras haya viviendas vacías o tierras para ocupar y supermercados repletos o grandes superficies para expropiar.

La lucha de clases se agudiza y es hora de poner el pie a un lado de la grieta. La Andalucía institucional ha tenido la desfachatez de firmar la derrota de nuestro bando frente a la mafia bancaria internacional. La Andalucía popular, en cambio, ha tenido la desfachatez de gritar bien alto que los que mandan no son dioses inmortales, sino hombres de carne y hueso a los que se puede vencer.

La marcha obrera no ha terminado: la Andalucía popular sigue caminando por nuestra tierra con las espadas en alto. Porque esto no es sólo una lucha contra los recortes, sino una lucha por la democracia popular. Una democracia en la que la policía no desaloje a familias obedeciendo a banqueros multimillonarios, sino que expropie a esos banqueros multimillonarios para alimentar a las familias y pagar sus viviendas.

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