CLASE OBRERA

Dice el refrán que uno solo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena. Y así parece ser también en el caso de las y los trabajadores, tan empeñada en olvidar que forman parte de una única clase obrera.

En los tiempos de bonanza, mientras las multinacionales, patrias o no, saqueaban a las y los trabajadores del llamado Tercer Mundo o del este europeo, pagándoles salarios miserables por hacer el mi

smo trabajo que ellos, o cuando estos tenían que aceptar los trabajos que sobraban por menos dinero tras ser obligados por las condiciones económicas (que siempre son políticas) a emigrar, los trabajadores españoles miraban para otro lado, disfrutando de sus migajas de más y, al contrario, mirando con el rostro ceñudo hacia esos miserables que venían a robar el trabajo y a crear delincuencia.
El bienestar capitalista siempre fue esteCuando las fábricas cerraban, comenzaban los ERE empezaban a dejar a gente en la calle, y la construcción se hundía, seguían mordiendo el anzuelo del bienestar y criticando a aquellos que, según la propaganda oficial, no querían trabajar porque, como sentenciaba la sacrosanta ley del mercado, los recortes eran lógicos, los ajustes positivos, el gasto público era demasiado alto y los parados tenían que esforzarse más.

Mientras el milagro del préstamo hipotecario o de consumo convertía a muchas y muchos en acomodados del futuro a treinta años, mientras el mundo comenzaba a hundirse pero bajo los pies de los demás, la mayoría se quedaba en casa enervado por las protestas que, como decía la televisión, eran de los vagos y los aprovechados.

En la última huelga general, cuando todavía no se había tocado apenas al “estable” funcionari@, en la administración pública nadie salió a la calle, y casi todos fueron a trabajar (o se pidieron moscosos para intentar engañarse a sí mism@s ocultando su desvergüenza). Igualmente, mientras algunos mercenarios usaban su uniforme de policía para apalear, golpear y detener arbitraria y salvajemente a estudiantes, ancianos, ancianas, paseantes o protestatari@s, sus compañeros callaban ajenos al delito, aunque ahora cuando les han quitado la paga extra empiecen a sentirse “indignados”.

En las últimas elecciones, cuando el PSOE había señalado claramente los pasos que iba a continuar haciendo el PP, las y los trabajadores españoles votaron en masa a ambos partidos, los que representan los recortes, los ajustes, las ayudas a los bancos, los desahucios y el despido libre.

L@s trabajador@s español@s seguían en el redil de los grandes rebaños del régimen, CCOO y UGT, dejando, como en todo, la responsabilidad de la organización y la lucha en funcionari@s asalariados del sistema, saliendo a la calle solo cuando el pastor decía, y eso a pesar de que hace tiempo que estaba clara que su función era que el rebaño fuera sumiso.

Ahora, cuando el Partido Popular, como hubiera hecho sin tapujo alguno también el PSOE, mete la tijera contra todo lo que se menea, contra funcionari@s, incluyendo policías y militares, subiendo impuestos, regalando dinero público a los bancos, y recortando aun más el paraíso del bienestar que jamás existió (salvo en un futuro prometido por el final de los créditos bancarios), much@s salen a la calle, protestando por lo que, en realidad, es en gran parte su propia responsabilidad.

Y es que cuando uno olvida que los intereses del resto de las y los trabajadores son los nuestros y nuestras, independientemente de cuál sea su nacionalidad y el país donde vivan, que la agresión a un obrero u obrera es el anticipo de una posible agresión a otros y otras, incluso a uno/a mismo/a, sucede lo que estamos sufriendo hoy las y los trabajadores de todo el mundo: que los que no perdieron nunca su sentido de clase, la clase capitalista, que ha aprovechado estos años para ir profundizando la disgregación, desorganización, y desideologización de la clase obrera, sigue defendiendo sus intereses y aumentando, a costa de los hasta hace poco crédulos aspirantes a clase media, sus privilegios.

En realidad, la ruin clase obrera actual solo tiene una salvación a su triste y humillante situación actual: la organización y la lucha. La receta está escrita hace mucho tiempo, y aplicar la medicina es solo cuestión de voluntad y dignidad. Extirpar el cáncer capitalista y acabar con todos los que nos robaron y nos robaran siempre, para mantener su vida parasita, a costa del trabajo de las y los trabajadores en todo el mundo, y que para ello, y en su caso no han tendido nunca ni tendrán problemas éticos y morales.

Afortunadamente, existen trabajadores y trabajadoras en el mundo que han demostrado que luchando se puede construir una democracia participativa y eliminar o, al menos, arrinconar, a los mafiosos, estafadores, y criminales de la gran empresa y las multinacionales, y ellos/ellas, aunque no salgan mucho por las televisiones y en los periódicos o, en todo caso, para evitar que lo sean, se les denigra, criminaliza o manipula, deben ser nuestro espejo.

La clase trabajadora unida, y por esta razón se persigue, criminaliza, denigra tanto la posibilidad de que esto vuelva ser así, es la peor noticia posible para los criminales capitalistas, porque solo puede ser digna, poderosa y, por lo tanto, la que decida su propio futuro y como construir su propio bienestar.

¡¡QUE VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!!

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