ESPERANZA HA DIMITIDO ¿POR QUÉ?

Si a Esperanza la han destituido, ¿quién ha sido? Esperanza se ha ido, adivina como ha sido.

 Esperanza ha dimitido. Alguien que parecía estar haciéndolo bien dimite. El principio de Peter y la ley de Murphy se dan la mano una vez más. La mejor muerte es la voluntaria, decía Montaigne. Entiéndelo como quieras. “ Yo no dimito de la vida – protestaba Unamuno – me destituyen.” Si a Esperanza la han destituido, ¿quién ha sido? Esperanza se ha ido, adivina como ha sido.

No andamos muy sobrados de personajes como para que se vayan por las buenas. El misterio acerca de las razones de su decisión es puesto de manifiesto por los de su partido que se han apresurado en decir que dice la verdad, y mira por donde todo eso del cáncer y la familia es lo que menos perjudica al partido. Esto de que ni a Franco, ni a Aznar, ni a, ni a Esperanza les hayamos podido echar hace sospechar de un patrón, y donde hay un patrón hay una razón. Por lo menos.

En la entrada al infierno de Dante había una advertencia: “¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!” Había tomado una decisión y dice que ha encontrado su momento, el momento crucial. La convención del momento crucial es una manera de hacer el cambio  legible y claro, más que una combustión caótica, ciega o simplemente espontánea, Esta última clase de cambio aparece en la autobiografía de Goethe; al decidirse a abandonar su vida pasada, Goethe dice de sí mismo: “¿Adónde irá ahora? Apenas puede recordar de donde viene.”

Ha decidido que este era el momento de perder la batalla, de abandonar el barco, de traicionar a su partido. ¿Qué es lo que lleva a apreciar más al exilado exterior que al interior, a la rata que abandona el barco que a la que se queda en él aunque se hunda? ¿Contribuyeron más al auge del fascismo los que se quedaron resistiendo pasivamente que los que se fueron dejando su sitio a otro? Ella ha jugado siempre a ganar, esta iluminación, esa transfiguración, ¿a qué se deben?, ¿quién se lo puede creer? Eso que quien abandona el juego lo gana, ganadores como ella nunca se lo han creído.

Alguien ocupará su puesto, como si fuera un defecto. “Apenas hemos abandonado un defecto cuando otro se apresta a reemplazarlo. Nuestro equilibrio tiene ese precio”. Nunca me ha preocupado mucho saber de Esperanza ni de nadie, he descubierto siempre que la llamada mala gente gana cuando se la conoce mejor, y que los buenos pierden. Se pierde conociendo demasiado bien a los amigos y a los amantes lo mejor de la vida, y el desaprender a odiar que se consigue conociendo mejor a los enemigos es una mera manera de debilitarse. Además del palo de tener que descubrir por este sistema quien es tu amigo y quien no lo es, el mero conocer mejor a alguien ya no presagia – al igual que la salud – nada bueno.

Al desaparecer Esperanza muchos se van a quedar sin referencias. Sobre todo en Cataluña, Esperanza unía a los catalanes más que Mas. Se hacía odiar y el odio une. En los momentos cruciales de la vida privada y social siempre surge la misma y decisiva pregunta: “¿Odias lo mismo que yo odio, o bien eres indiferente y tolerante?” Quién no logra odiar bastante acabará siendo odiado.

Es mejor no saber por qué se ha ido. He decidido no creerme ninguna de las razones que se van a decir que ha tenido para dejar la política. Ya enseñaba Unamuno a este respecto que “Ante un acto de generosidad, de heroísmo, de locura a todos estos estúpidos bachilleres, curas y barberos de hoy no se les ocurre sino preguntarse: ¿Por qué lo hará? Y en cuanto creen haber descubierto la razón del acto – sea o no sea la que ellos suponen – se dicen: ¡Bah! Lo ha hecho por esto o por lo otro. En cuanto una cosa tiene razón de ser y ellos la conocen, perdió todo su valor la cosa. Para ello les sirve la lógica, la cochina lógica”.

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