DEJEMOS DE “CONTAR CUENTOS” Y CONTEMOS LA VERDAD

Fuente: José Estrada

La más grande verdad, de todas las verdades, es que estamos en la era de las máquinas que lo pueden hacer todo, incluido permitirnos a los humanos que vivamos como si a todos nos hubiera tocado la primitiva.

DEJEMOS DE “CONTAR CUENTOS” Y CONTEMOS LA VERDAD

Sobra absolutamente de todo, hay más riqueza que nunca, y por tanto; deberíamos estar mejorando nuestras condiciones de vida y no empeorándolas.

Esta verdad la tenemos todos delante de nuestras narices, gritándonos y golpeándonos  sin parar. Pero, todo y así, como hay tantísima gente con dificultades para poderla ver y sentir, es responsabilidad de la vanguardia consciente en hacer esfuerzos para explicarla y liberar conciencia. Sabemos que la alienación de las masas siempre ha sido el arma más eficaz del capitalismo.

No hay que escatimar esfuerzos y tampoco sentirnos acomplejados si alguien nos acusara, de repetirnos en exceso. Hemos de hacer saber a todo el mundo, los motivos por que existen graves problemas políticos, económicos y sociales, cuando no hay razones de interés humanitario que lo justifique.

De igual modo que decimos que son cuatro, cuando sumamos dos más dos, debemos de concluir que habiendo mucho de todo y por todo y pudiendo obtener mucho más de aquello que deseemos y en las condiciones que más nos interese, (con la salvaguarda medio ambiental). No es aceptable, de ninguna de las maneras, no ya, que no haya nadie pasando necesidades, donde quiera que sea; sino ni tan siquiera, que en cualquier parte de la tierra, haya seres humanos sin disfrutar de un verdadero estado de bienestar social.

Es por tanto una verdad decir que el sistema capitalista es absurdo y está establecido por una fracción minoritaria de la humanidad egoísta e insolidaria y sustentada en la alienación y el crimen permanente contra el resto de la humanidad.

Esta crisis es: cúmulo de enredos, mentiras, corrupción y robo. Esta crisis es contradicción, es despropósito, es como decir que dos y dos suman 20 ó, que resta tres. Esta crisis es el desvarío que nos exige crecer cuando tenemos la cabeza pegada al techo; es el empacho de esa tomadura de pelo, a modo de cantinela, con esos empalagosos estribillos que nos animan a ser nuevos emprendedores, cuando todo el “mundo” se está yendo a la ruina; es ese eructo que nos sueltan en la cara, de que tenemos que seguir formándonos, en multitud de profesiones, cuando no hay trabajo ni en sola de las muchas en que hemos hecho cursos o másters.

Desde el poder político quieren convencernos de su desvelo, por la creación de puestos de trabajo, dictando leyes que a los empresarios les permite bajar salarios y alargar la jornada a los que aún trabajan, cuyos resultados, has niños de corta edad podrían preverlos: más desempleo.

Sin ruborizarse, sueltan opiniones sobre demenciales soluciones: “hemos de trabajar como los chinos, así en vez de que nos vendan sus productos les venderemos nosotros los nuestros más baratos”. Y se quedan tan anchos. Si no fuera por la gravedad del asunto, sería para partirse de risa. “¡Viva la  competitividad demencial del capitalismo!”

En vez de jubilar a todo “dios” a los 55 años como han venido haciendo durante mucho tiempo con cientos de miles de trabajador@s de las grandes empresas y de los sectores más potentes, nos imponen la jubilación a los 67 años, justo para aquellas personas que más dificultades tienen a la hora de tener trabajo estable. En cambio para los fijos, que aún tienen estabilidad laboral, se les sigue prejubilando, a los 61 años, en el sistema de relevo, cuyo fin no es otro que el de camuflar las cifras de parados y las de imponer peores condiciones de trabajo y salario a quienes cubren esos puestos.

Esta crisis es, pues, que habiendo de sobra absolutamente de todo y cuando más posibilidades tenemos de obtener mejores servicios, nos los están quitando: en la enseñanza por ejemplo, se trataría de crear el doble de puestos de trabajo, o sea de profesor@s para enseñar más y mejor, formando a personas solidarias, inteligentes e inmanipulables.

Lo mismo ocurriría en la sanidad pública; doble de hospitales de profesionales y de medios, la gente sería bien atendida de un día para otro. Y esto sería realizable sólo con que se dedicara una décima parte de lo que le han venido “prestando” a los banqueros.

Esta crisis es una trampa para robárnoslo todo transformándolo en negocios seguros, como los de la salud y la enfermedad de las personas: a más enfermos más negocio, a más enfermedades y desgracias: grandes cosechas. Es un insulto que, La Monegal de Tarragona, (un hospitalillo privado) desde hace poco tiempo, se haya dotado de una máquina láser para operaciones de próstata, y sin embargo, el hospital público más importante de Tarragona aún no tenga este medio. En cambio, algunos de sus mejores profesionales acuden a La Monegal a hacer horas  extraordinarias a operar a gente que puede pagar 9.000 €.  Mientras en los hospitales públicos, las personas mayores con problemas de próstata, son operados con bisturí tras de una espera de meses y meses.

Son muchos menos, de un uno por ciento, l@s indeseables individu@s, que imponen a los pueblos este funcionamiento aberrante y criminal de necesidades y sufrimientos. Precisamente, (insistamos miles de veces), cuando hay más riqueza, en general, que nunca. En cambio siguen gastando en armamento y provocando guerras; siguen sembrando discordias entre los pueblos para a continuación instalarse en ellos corrompiendo más y más a los títeres que han ayudado a tomar el poder y así tener todas las facilidades para dominar, saquear y explotar con más eficacia a sus gentes.

Y todo esto sucede, después de siglos de errores y de horrores, de conocimiento y de avances lo que, ya hace mucho tiempo, nos tendría que haber permitido superar las confrontaciones, haber eliminado los resquicios de maldad y establecido la colaboración entre todo el mundo. Los seres humanos tendríamos que haber superado la lucha de clases habiendo acabado con la clase que usurpa todos los bienes terrenales. Esto es, haber llegado a esa etapa de desaparición y superación del capitalismo.

Sin embargo seguiremos sin lograrlo si no creamos las condiciones subjetivas en la gente, si no les generamos ese entusiasmo por la defensa de sus intereses, en base a su historia de lucha como clase, en base a la lógica y la verdad. La clase obrera ha de albergar aspiraciones por mejorar sus condiciones de vida basándose en la realidad. No únicamente en la suerte (el acierto en un negocio o en alguna de las múltiples loterías).  Desgraciadamente ya hace mucho tiempo que la lucha con aspiraciones de la clase obrera, comenzó a debilitarse como resultado de la miopía de su vanguardia ante lo más obvio: se avanza, luego hemos de vivir mejor.

Y más recientemente pasó de debilitarse a perderse. Fue en los años 80, en un contesto de contradicciones (crisis): el capitalismo modifica la confrontación de clases, consiguiendo que la clase obrera perdiera de vista cualquier atisbo de aspiración a trabajar y vivir mejor. Pero todo eso, pudo ser gracias a la “traición” de aquellos que deberían haberlo evitado: la dirección del partido comunista, compuesta masivamente de oportunistas y seguidistas. La configuración de este panorama de los 80 en el estado español, se trasvasaría, aunque con matices, al resto de Europa. Una enorme derrota que culminaría y se agrandaría con el inconcebible “retroceso” de los países del este.

¿Hoy tiene lógica, hablar de la jornada laboral de cuatro horas?: jamás me había sentido más desarmado y desmoralizado, cuando a principios de los 90, en un Congreso comunista, propuse la propagación y defensa de la jornada laboral de cuatro horas. Recuerdo que tenía sólo cuatro minutos para argumentar y defender esta propuesta y las de otras seis enmiendas má. Nunca un payaso, bajo su carpa cirquense, pudo haber conseguido tal estrépito de jolgorio y risotadas. Me quedé estupefacto y undido. ¡Cuatro horas de jornada! ja ja ja. Multitud de pensamientos y preguntas pasaron por mi mente. …como es posible, si en el siglo XXIIII, marxistas y anarquistas, esta jornada ya la razonaban entre la clase obrera. Realmente mi propuesta ya era un desfase. Si las luchas y la historia del Iº de Mayo tienen todo  que ver con esa lógica aplastante de la reducción de la jornada laboral, por ser, además, una reivindicación inseparable de la solidaridad entre l@s trabajador@s contra la explotación capitalista. Vino a mi mente un conocido y popular refrán: “si esto es un partido comunista…”. Y al poco tiempo dejé de pertenecer a el.

La más grande verdad, de todas las verdades, es que estamos en la era de las máquinas que lo pueden hacer todo, incluido permitirnos a los humanos que vivamos como si a todos nos hubiera tocado la primitiva. (Disculpar la metáfora). Esta es nuestra contundente y extrema verdad que debemos explicarla hasta la saciedad. Será lo más eficaz si logramos que esto, tan simple, razonable e importante, lo comprenda todo el mundo.

La otra verdad es, que la clase opresora, la clase capitalista, sigue obsesionada en que no tengamos derecho a disfrutar de lo que entre todos hemos conseguido. Esta, procura confundirlo todo, seguirnos  sumiendo en necesidades y en largas jornadas de trabajo para que, así, jamás seamos verdaderamente libres. Tras de mucho tiempo diario pendiente del trabajo, la persona no puede pensar y menos crear.

Si la inmensa mayoría de la humanidad adquiere un día, solo, somera conciencia de todas estas sencillas y profundas verdades, veríamos como la aberración que se nos impone, desaparecería de un momento a otro, como una cucharada de azúcar en una gran piscina de café.

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