UNA VEZ HUBO UN PUEBLO…

Publicado: Raúl López

Una vez hubo un pueblo que no existió jamás. Este año se celebra el 500 aniversario de la asociación consensuada, libre y pacífica de ese pueblo que no existió jamás con otros que si lo hicieron. En 1199 se llevaron a cabo las mayores jornadas de fiesta conocidas (9 meses) en Gasteiz como adelanto de esa unión feliz. En 1512, miles de comensales se apostaron a las puertas de Iruñea, ciudad que abrió sus puertas de par en par para celebrar un banquete emotivo de hermanamiento cultural. Fue tan grande esa fiesta que terminó en Tudela. Jaietan jai.

Pero no todo fue felicidad a lo largo de los siglos. Por ejemplo en 1936 se produjeron unas riñas vecinales, que afortunadamente no llegaron a mucho y gratamente durante medio siglo hubo una época de placidez. Hasta que los de siempre empezaron a politizarlo todo.

Llegaron incluso a politizar una riña entre varios vecinos en una tienda, uno panadero y los otros no me acuerdo, en esa misma ciudad de Iruñea donde siglos atrás se produjo el encuentro de amistad imperecedero. Fue un hecho lamentable y grave, la muerte accidental del panadero que conmocionó a la fiscalía.

Tras las riñas vecinales de 1936 el pueblo exijió la presencia militar y policial que hasta el día de hoy cuidan de la población. Y es que nadie se puede imaginar la cantidad de gatos que se suben a los árboles.

Árboles que generalmente son abundantes en las cercanías de esos locales que se llaman herriko tabernas. A los que la policía acude a mejorar la decoración de las paredes o directamente a cerrarlos en alguna ocasión para llevar a cabo reformas. Un conflicto estético.

La policía, en este pueblo que no existió jamás, odia que se politizen las cosas pues ellos no están más que para rescatar gatos que se suben a los árboles y para ayudar a ancianos a cruzar el paso de cebra. Incluso algunas veces también ayudan a jóvenes como hace unos días en Gasteiz que se debió tropezar uno. Y es que aún no os he contado que en ese pueblo que no existió jamás la población tiene tendencia a caerse al suelo o a notar que les falta el aire en sitios cerrados como comisarías y cuartelillos. Un conflicto de falta de ventilación en los edificios, sin duda.

Y os cuento todo esto porque tenemos que lamentar la existencia de varios heridos que se pillaron los dedos con los gatillos cuando iban a socorrer a un gato que se había subido en un árbol cerca de una herriko taberna.

Ah, se me olvidaba, también hubo un muerto. Pese a que la autopsia y anteriormente todos los testigos afirmaban que murió a consecuencia de un pelotazo, están todas las hipótesis abiertas. Siendo la más normal que se haya caído alguna maceta o que se haya tropezado.

Porque en este pueblo que no existió jamás, la policía no es un instrumento político-militar. La policía ama a la juventud vasca. Sobre todo a la que va a tomar unos potes a la herriko taberna.

Y es que alguno me podía decir… ¿Quién puede dudar del PSE o PP que gobiernan amablemente y dirigen a la ertzaintza con el apoyo ultra mayoritario del pueblo precisamente porque los que lo politizan todo no quisieron presentarse a las elecciones?.

Yo desde luego no dudo. Ya que decir lo contrario sería politizar y todos sabemos que en este pueblo que no existió jamás nada es política.

El PSE y el PP no tienen nada que ver con que se caigan macetas al suelo. Es la fuerza de la gravedad. Si tenéis alguna duda que os la aclare Azkuna o el PNV que hasta hace nada controlaban esa fuerza.

Tienen razón algunas fuentes policiales y politicas en cuanto a que la ertzaintza no hizo un uso desmedido de fuerza. Os lo puedo asegurar. Fue exactamente la misma medida calculada que usan siempre. Y es que en el pueblo que no existió jamas, la polícia no tiene medida. Pero eso no es una decisión política de políticos. No me hagais volveros a recordar que en este pueblo que no existió jamas nada es política.

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