NO TE HAGAS EL DON TANCREDO

Cuentan que a finales del siglo XIX un torero natural de Valencia, de poca fortuna y de nombre Tancredo López, desesperado por ganar dinero, inventó una nueva suerte taurina. Se trataba de esperar al toro a la salida de chiqueros, quedándose completamente quieto en lo alto de un pedestal en medio del coso. Esperaba así que el animal creyera que se trataba de una estatua y no le embistiera. La suerte de Don Tancredo acabó siendo prohibida a mediados del siglo XX, no sin que antes los morlacos hubieran enviado al otro barrio a un montón de osados que creyeron ver en el quedarse quieto la “hábil” manera de eludir el peligro y ganarse la vida.

Hoy, cuando el toro de la crisis embiste como los miuras, hay algunos trabajadores que, en su desesperación, han resuelto que lo mejor es hacerse el Don Tancredo. Es cierto que no faltan asesores que les aconsejan que lo mejor es poner en práctica semejante “habilidad” para buscarse la vida, eludir los peligros y esperar que el chaparrón amaine.

El problema es que estos morlacos, con divisa azul de la Banca y la CEOE, no fueron criados para morir salvajemente en una plaza, sino para llevarse por delante todo lo que pillen.

La sumisión, el agachar la cabeza, el mirar para otro lado, el esperar un milagro de no se sabe dónde o la salvación de no se sabe quién, ni garantiza el trabajo, ni da casa, educación o salud. Cuando suena el clarín de la crisis, quien más quieto/a se quede es quien más garantizado tiene que el bicho se lo/a lleve por delante y al trabajo, la casa y los derechos que dejó atrás tendrá que añadir la dignidad perdida.

Luchar, salir a la calle, manifestarte junto con tus compañeros/as, hacer huelga, ¿garantiza el trabajo, el salario digno, la educación o la sanidad? Nadie lo puede asegurar. Pero lo que sí es seguro es que ese es el único camino por el que podemos conseguirlo. En la historia de la humanidad nada, absolutamente nada, nos vino regalado a los trabajadores/as y a los pobres. Sólo la lucha tenaz nos permitió ganar cada uno de estos derechos.

Vamos a llamar a la lucha, a la huelga general, a la unidad de todos los trabajadores/as, a decidir las cosas entre todos/as en las asambleas, a denunciar a los burócratas sindicales que nos traicionan y son corresponsables de muchas de las dudas, el desánimo y la desmovilización que sienten algunos trabajadores/as. Pero con la misma energía hay que mirar de frente y decir a más de un trabajador/a:

¡Eh tú no te hagas el Don Tancredo!

Comments are closed, but trackbacks and pingbacks are open.