¿Dónde están los jóvenes?

El otro día en la comisión de Extensión, entre otras cosas salió una pregunta interesante y difícil de contestar ¿y los jovenes dónde están? es su futuro…., no se trata de hacer mella, se trata de reflexionar algo que hacemos poco, o demasiado poco, o nada.

 

¿Dónde está la juventud? Con un 43,33% de trabajadores eventuales, un paro que supera el 31,85% (entre los 16 y 29 años) y un horizonte donde ya nadie vislumbra brotes verdes, no se les oye poner de vuelta y media a nadie. ¿Cómo es posible? O tienen más moral que el Alcoyano o algo se nos escapa. Y tampoco sería de extrañar porque hablamos de más de ocho millones de personas, donde lo mismo tiene cabida un abogado que gana más de 2.000 euros que un filólogo trilingüe con ingresos inferiores a 1.000 que malvive como teleoperador. Sin olvidarnos del estudiante de Secundaria que tiene previsto matricularse en Enfermería.

 

Cada uno a lo suyo

La juventud es una caja de sorpresas. Y un cajón desastre que, si generalizamos alegremente, te pilla los dedos. A tanta variedad, por si fuera poco, debemos sumar la consigna de los grandes crisis, el ‘sálvese quien pueda’ que empuja a todo el mundo en pos de su interés personal. «¡Esto es como el Titanic! El barco se hunde y muy pocos se plantean una vía de escape organizada….», aventura Rafael Merino, profesor de Sociología en la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en Educación e Inserción Laboral.

En 2001 un manifestante murió abatido por la policía italiana… La represión de las autoridades no se paró en barras y ellos dieron la cara hasta el final. ¿Adónde habrán ido a parar esas ganas de comerse el mundo?

 

¿Sin compromisos?

Al 88% no le interesa la política. El problema viene cuando se pierde conciencia de los derechos, todo da igual y cada uno va a lo suyo…», alerta Antonio López Peláez, catedrático de Trabajo Social de la UNED.

 

Universitarios sin horizontes

La competitividad feroz se palpa en las aulas, la incertidumbre acogota a los más osados y sólo una minoría se atreve a dar un paso al frente. La última batalla tuvo como objetivo el Plan Bolonia –que acorta las carreras y reenfoca su formación de cara al mercado laboral– pero ahí se queda todo. En cuanto a lo demás, no dicen esta boca es mía. A pesar de lo mucho que les afecta.

 

Los años vuelan y, en un abrir y cerrar de ojos, te encuentras con más de 35 y nada estable en la vida. «Tener responsabilidades, que haya gente que depende de tu trabajo o de tus cuidados…, eso es madurar y mucha gente no sabe lo que significa con más de 30 años», advierte Almudena Moreno. Para mitigar tanta angustia, lo habitual es acomodarse en el nido. Los polluelos se resisten a salir del cascarón; les consta que el colchón familiar amortiguará los golpes y así duermen más tranquilos.

 

Todo eso está muy bien hasta que salen al mercado de trabajo y descubren que no son nadie».

 

Retomemos la pregunta del principio. ¿Dónde están los jóvenes? Pues, a lo mejor, aguantando el tipo lo mejor posible en el mundo que les están dejando sus padres. Duro trabajo.

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