SE RIEN DE NOSOTROS/AS

Nos llamarán locos/as, pero hace tiempo venimos pensando que esto está montado para que unos/as manden y acaparen, mientras otros/as obedecemos para poder quedarnos con las migajas. Poco a poco, nos van quitando también las migajas. Y cuanto menos nos dan, más consiguen que nuestra vida dependa de lo poco que nos dan. Como ya no es sólo cosa de anarquistas y “antisistemas” pensar esto, ya no les hace falta disimular. Porque se ve en el día a día, desde que uno/a se levanta y con un poco de suerte desayuna, no tiene dinero para pagar el metro para poder ir a buscar un trabajo que no existe o para vender su tiempo en un empleo absurdo e innecesario, para poder pagar una casa que no es suya o un tratamiento privado si se pone enfermo/a… Y todo esto porque hay que apechugar, arrimar el hombro y sacrificarse por el sistema. Porque “Solamente se puede salir de la crisis de una manera, que es trabajando más y, desgraciadamente, ganando menos”

Esta es una de las frases más célebres de Gerardo Díaz Ferrán, ex presidente de la CEOE recientemente acusado de blanqueo de capitales, alzamiento de bienes e insolvencia punible por varias maniobras (presuntas, claro) relacionadas con la compañía viajes Marsans. Los/as empresarios/as le eligieron allá por el año 2007 como su representante, y dieron en el clavo. Ferrán representó a la perfección el prototipo de empresario que lleva a miles de trabajadoras/es al paro, hace quebrar sus empresas sin pagar a los acreedores, y se va de rositas. Durante meses, se hizo el arruinado y hasta consiguió que la declaración de la renta de 2010 le saliera a devolver, mientras guardaba a buen recaudo un kilo de oro, 150.000 euros en metálico, varios coches de alta gama y 4.9 millones en cuentas suizas (que se sepa, hasta el momento). El pobre no llegó a tiempo a la amnistía fiscal aplicada sobre todo a los defraudadores más pudientes, con la que se cerraba un año de insultantes medidas y bofetadas a nuestra dignidad que, si bien no nos cansaremos de denunciar, son sólo la prueba cada vez más visible de cómo, por quién y para quién está hecho este sistema capitalista.

Porque, ¿qué le pasa a un/a trabajador/a cualquiera cuando no paga una multa, una deuda o se retrasa en sus impuestos? Que le generan intereses hasta el fin de los días, embargos, desahucios… Que se tiene que quitar de comer o deshacerse de lo poco que tiene para poder pagar. Y ahora, como novedad, abonar unas tasas judiciales inconcebibles si se le pasa por la cabeza que su deuda es injusta y quiere recurrirla.

¿Qué le pasa a un/a rico/a que ha evadido impuestos? Que mete su dinero en una cuenta suiza, o se inventan una medida que se lo perdona todo y se le permite regularizar lo que no había declarado con unas condiciones muy ventajosas y sin consecuencias. El resultado: de los 12.000 millones de activos no declarados que se han aflorado con la amnistía fiscal, se han recaudado 1.200, menos de la mitad de lo que se había previsto. El resto tendremos que ponerlo nosotros/as prescindiendo del café de media mañana, de las prestaciones por desempleo, o trabajando hasta después de los 70 años, como pretenden Arturo Fernández y Juan Rosell, sucesores de Díaz Ferrán en la dirección de la CEOE (y herederos también de sus artes oratorias).

Para que no se nos tache de parciales, habrá que dejar claro que Díaz Ferrán no ha salido por ahora muy bien parado de su aventura. Mientras se redactan estas líneas se encuentra en la prisión de Soto del Real, escribiendo sus memorias. Según la prensa gratuita, echa en falta la gomina y las maquinillas de afeitar del economato son demasiado precarias para él. Aunque le deseemos todo lo peor a él y a los miembros de su “banda” por su carroñerismo y su contribución despreciable a toda la miseria de este mundo, la sola existencia de las prisiones y lo que en ellas sucede a quienes no tienen contactos, ni un kilo de oro en un calcetín, es infinitamente más grave e importante que la falta de gomina. Pero ya hablaremos de eso más adelante…

La que no está en la cárcel, sino en un despacho más grande que el oval de Obama en la Casa Blanca, es Ana Botella. Así describe a la alcaldesa de Madrid el diario alemán Der Spiegel, que también afirma que el ayuntamiento mantiene una deuda de más de mil millones de euros, mientras la alcaldesa dispone de una persona cuya única función es servirle el café a ella y a sus invitados/as. Esperamos al menos que esta persona cobre un sueldo, porque no nos extrañaría que tuviera contrato de becario/a. Lo cierto es que se repite la fórmula en la que ellos/as no se privan de nada, mientras nosotros/as tenemos que pagar su crisis con sumisión y precariedad. No seremos nosotros/as quienes otorguen legitimidad para esto (ni para nada que maneje nuestra vida) a un cargo electo, o a un/a empresario/a alzado/a por la sociedad de la meritocracia; pero tampoco se puede pasar por alto lo flagrante que resulta cuando quienes nos restriegan sus privilegios por las narices son los/as infinitamente obsoletos/as aristócratas, cuya existencia es absurda de por sí, nacidos/as bajo la marca de la bestia para dominar y acaparar. Unos/as nacen y otros/as se hacen; pero, misteriosamente, se acaban juntando.

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