EL VERDADERO CURRICULUM DE CAMPOFÍO

Nos hubiese gustado ver a alguno de los 1.800 trabajadores despedidos hace dos años por Campofrío protagonizar un spot en el que anunciaran que su empresa se había vuelto a acordar de ellos y que en vez de gastarse el dinero -millones de euros- en publicidad, lo iban a utilizar para volver a contratar a alguna de esas personas que aumentaron las listas del paro hace dos años.

De nuevo una perfecta campaña de Marketing, una cuidada comunicación, un espectacular casting -para el que aún no terminamos de comprender como se han prestado caras tan conocidas y consecuentes como las de Iñaki Gabilondo o Luis del Olmo- y un intento de, prácticamente ya conseguido, encandilar a audiencia y medios, que incluso llegan a emitir de forma “gratuita” la pieza casi al completo del spot publicitario en diarios e informativos.

La campaña no es la ingente inversión económica en agencias de medios sino la espectacular cantidad de reseñas, noticias, artículos y reportajes que Campofrío está consiguiendo gracias a la emocional y aprovechada  campaña de McCann Erickson, la agencia que se ha encargado de todo el proyecto. Y es que la publicidad ha caído mucho en el sector de la información. Los medios de comunicación aprovechan cualquier oportunidad para quedar bien con sus anunciantes y atraer nuevas inversiones, más si cabe en la campaña de Navidad y aún más si cabe, si hablamos de una empresa de tal envergadura e inversión publicitaria como lo es Camprofrio.

Al margen de la campaña, que encubre lo mejor de los españoles bajo una casposa capa de esperanza que no es más que oportunismo que aprovecha la penosa situación por la que pasa nuestra sociedad, capaz de agarrarse a un clavo ardiendo, más aún es Navidad, con tal de asomar la cabeza del agujero de pesimismo en el que se encuentra, y al margen de los topicazos y chistes, por cierto poco o nada originales, del anuncio -muchos de los cuales han salido de la calle, de la angustia de la gente, de la desesperación de los recortes o de las víctimas de las preferentes por “no tener pan para tanto chorizo”-, estaría bien a recordar a Campofrío, esa empresa que intenta recordar los mejores y mayores logros de los españoles, que ella, como cualquier hijo de vecino, también tiene curriculum, probablemente con grandes logros y méritos, pero también con muchas vergüenzas que ya no recuerdan o que las campañas de publicidad han conseguido hacer olvidar.

Hace dos años, más exactamente en febrero de 2009, Campofrío -cuyo principal accionista es la estadounidentese Smithfield Foods- anunciaba el cierre de seis fábricas en España y anunciaba el despido de 1.800 trabajadores  en su división porcina con la intención de “reducir costes, aprovechar sinergías y mejorar su rentabilidad” -que no la de España-.

Se estimó que con estas medidas conseguiría ahorrar -que no invertir en nuestro país- unos 55 millones de dólares (algo más de 43 millones de euros que se elevarían hasta los 125 millones de dólares en 2010.

¿Ya no recuerda Campofrío su curriculum?

Nos hubiese gustado más ver una campaña en la que la empresa nos hubiese explicado que ha pasado con esos 1.800 trabajadores y con esas 1.800 familias que se quedaron en la calle de la noche a la mañana. Nos hubiese gustado ver y conocer por los medios, y no a través de un navideño spot lleno de amor y nostalgia, que Campofrío había luchado y conseguido readmitir a esos 1800 desempleados, y que gracias a eso, aún había motivos para seguir creyendo en España y en sus empresas.

Nos hubiese gustado ver a esos 1.800 trabajadores explicando en un spot navideño que su empresa se había vuelto a acordar de ellos y que en vez de gastarse el dinero -millones de euros para emisiones durante la campaña- en publicidad, lo habían dedicado en volver a contratar a alguna de esas personas que aumentaron las listas del paro hace dos años.

Probablemente Campofrío intente hacernos ver que hay motivos por los que luchar, algo lícito y que siempre viene bien recordar, pero quizás deberíamos recordar a Campofrío que vender esperanza mientras se juega con los sentimientos y la desgracia de una sociedad en crisis es, como poco reprochable, y que si nos quiere vender esperanza, lo mejor que puede hacer es volver a contratar en nuestro país, algo que muchos ya no saben ni lo que significa, y que con toda seguridad incentivará más que un “esperanzador” anuncio de Navidad -travestido de una enorme y decorada ilusión de tres semanas que solo busca vender más fuet y chorizo-.

Yo no me olvido señores de Campofrío: Este año, los chorizos, se los comen ustedes.

Primero por aprovechados -no es la primera vez, ya tiraron del oportunismo en el “Caso La Noria” en Telecinco-, segundo por hipócritas -vendiéndonos algo que ni siquiera se plantean practicar- y tercero, porque siempre habrá alguna pequeña empresa o marca familiar, con igual o mejor calidad y más necesidades y esperanza por el futuro que la que ustedes pretenden impostar.

PD: Si de verdad quieren hacer una gran donación a la Cruz Roja hagan una donación y no cifren esta en función de los re-tweets o el número de visionado de vídeos en Internet. Así lo único que se demuestra es que solo buscan publicidad -y por la cara-.

¡Que les aproveche, y tengan cuidado, que el chorizo, repite!

Ver El Curriculum de Campofrío (2ª parte) ¿Cuanto llevan recaudado en realidad?

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