MASACRE

Fuente: Alfredo Grande

 

“si no se trata de política, sino de guerra, no hablemos de paz, sino de tregua” (aforismo implicado)
“El jueves 16 de agosto de 2012 ha ocurrido en Sudáfrica una terrible matanza de trabajadores en el asentamiento Wonderkop, en las proximidades de la mina de platino de Marikana (a unos 80 km al noroeste de Johannesburg): treinta y cuatro mineros, de unos 3.000 del sector Perforación, en huelga contra la empresa británica Lonmin -una de las compañías líderes en producción de platino para la industria mundial- han caído ametrallados salvajemente por la policía del Estado sudafricano.”. (Signos del Topo)

“Somos alrededor de 3 millones de vascos y vascas o descendientes de primera, segunda y tercera generación de vascos y vascas que habitamos en suelo argentino. Esa misma cantidad de personas son las que componen hoy Euskal Herria. Llama poderosamente la atención de que frente a los temas más sangrantes de lo que ocurre en el territorio original, allá en las siete provincias que componen esa Euskal Herria invadida por los gobiernos español y francés, no haya una respuesta contundente de la diáspora que vive en Argentina. Es hora de salir de las cuatro paredes que componen los Centros Vascos y entidades afines, ya que se nos están muriendo en las prisiones españolas y francesas nuestros mejores jóvenes”. (Carlos Aznarez. Resumen Latinoamericano)

“Adolfo Pérez Esquivel: “No hay voluntad política de respetar a los pueblos originarios”El Premio Nobel de la Paz afirmó que el Gobierno tiene una mirada acotada de los derechos humanos y remarcó que el modelo extractivo avanza con represión. El rol de los organismos de derechos humanos, el Pueblo Qom, Gildo Insfrán, La Cámpora y quiénes son funcionales a la derecha. (17 de agosto de 2012 por ACTA )”

“Trelew-La fuga que fue Masacre” La fuga de la cárcel de Trelew y el posterior fusilamiento de 16 presos políticos en la base aeronaval Almirante Zar, el 22 de agosto de 1972, fue el punto de inflexión que marcó el comienzo del terrorismo de Estado y de una feroz política represiva sin precedentes, contra todo el campo popular. Desde el Queremos seguir construyendo Memoria al cumplirse 40 años de la histórica fuga planificada en acción conjunta por los militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y la organización Montoneros, plasmada en ésta gran película documental “Trelew” de la directora Mariana Arruti. (Colectivo Memoria Militante, integrante del Capítulo Argentino de la Plataforma Interamericana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo (PIDHDD)

En las formalidades de la cultura represora encontramos los analizadores necesarios para que de tanta apariencia idolatrada, aparezca alguna esencia iluminada. Una de las formalidades habituales, consuetudinaria, de uso y abuso permanente, que incluye violaciones parlamentarias, jurídicas y ejecutivas, es la palabra paz. Antes se aclaraba que se buscaba la paz, pero no la de los cementerios. En realidad, ahora no se aclara demasiado porque queda claro que en los cementerios tampoco hay paz. Los muertos vivos regresan como zombies o como candidatos, que no es lo mismo pero es igual.

Entonces si la política es la continuación de la guerra por otros medios, aunque también al revés, ya que al barón Von Clausewitz se lo puede leer en espejo, entonces a la paz como apariencia mejor llamarla tregua, que viene a ser su esencia. La tregua tiene la apariencia de una paz, nunca duradera, siempre transitoria, y que algunos, al menos yo, prefieren llamarla democracia. Podría adjetivarla, y decir por ejemplo, democracia formal, burguesa, parcial, acotada, de responsabilidad limitada, anónima. Podría, pero no voy a hacerlo. Digo simplemente democracia, incluyendo en su significado el “demos gracias”, que es la degradación del pueblo soberano al pueblo hasta las manos.

No tengo la capacidad de pensar en el momento universal, absoluto, total. Apenas haciendo memoria propia, saturada de los más sensibles recuerdos, puedo referirme al devenir de las treguas democráticas en nuestra (¿¿¿???) Patria. ¿De cuantas semanas trágicas, días trágicos, meses trágicos, estamos hablando? Si la lucha de clases es la partera de la historia, la masacre es la que aborta las historias que pudieron ser y no serán. Nunca más. Lo perdido perdido está. Y no hay mayor optimismo que saberlo. Y tolerarlo. La masacre en tiempos de tregua democrática ocupa el lugar que en tiempos de guerras del Estado contra el pueblo, ocupa el exterminio planificado a escala global. La masacre es, digamos, mas tímida. Si bien en su extremo límite se prolonga en el genocidio, puede manifestarse de una forma, digamos, más vecinal. Más pueblerina. No digo inocente, pero si más disimulada. Digamos, como sin querer queriendo, al decir del Chavo.

Un ejemplo paradigmático es el denominado por el recordado Toto Zimerman, “gatillo fácil”. De todos modos tan fácil no es, porque exige una vasta red de impunidades, pero bueno, se pagan con plata nuestra. Y eso ayuda. Desde la masacre de Budge, pasando por la masacre de Cromagnon y llegando a la masacre del Once, y antes de Budge, y después de Once, podemos afirmar, con temor, pero no de equivocarnos, que las masacres llegaron para quedarse. Y que también siempre van por más. No solamente en estos pagos, pero también. La masacre no implica necesariamente el asesinato. Por eso es diferente al genocidio. Lo que siempre implica es un ejercicio desmesurada de la crueldad, que es la planificación sistemática del sufrimiento.

Pensemos en la huelga de los trabajadores del subte, que tuvo el anatema de salvaje, mientras disfrutamos del capitalismo serio. Los pasajeros fueron masacrados en colectivos que a veces se detenían en las paradas. Pero esos mismos pasajeros, en las denominadas horas pico, son masacrados en los subtes y en los colectivos, y en los trenes. Y no solamente cuando chocan, sino también cuando no chocan. No hay una tarjeta Baje, por lo tanto los que están adentro tienen la misma epopeya para descender que los que están afuera la tienen para ascender. Y no hablamos de ascenso social, sino simplemente de subir al transporte público.

Hay demasiado público para el transporte, y demasiado subsidio, y poco transporte. (¿alguien esperó al colectivo 84 cuarenta minutos para verlos llegar de a dos, de a tres, desafiando las paradas como si los eventuales pasajeros estuvieran en cuarentena?) La masacre de usuarios de diferentes servicios apenas es un dato de la estadística cuando hay un accidente que por supuesto se pudo prevenir, pero nadie lo hizo. Entonces no es un accidente, como reza el cínico slogan oficial, pero nadie es condenado por la masacre. La desaparición, esclavitud, asesinato, secuestro, de mujeres (adultas, adolescentes, niñas) en el megadelito que es la Trata, también es una masacre. Que puede llamarse Femicidio, aunque yo prefiero Genocidio de Género. Masacre apenas encubierta cuando se usa como coartada simbólica la razón pasional. Las cifras oficiales son alarmantes, aunque todavía no hemos encontrado alarma de que.

O sea: ¿Cuál es la matriz cultural de la masacre de mujeres? El patriarcado, sin dudas. Pero el patriarcado atravesado por la lógica del capitalismo, donde solo hay lugar para la rivalidad. Porque la lógica del capitalismo es la propiedad privada, de cosas, de personas, de mentes y de cuerpos. Propiedad privada incluso de legalidad alguna, porque si bien todos somos iguales ante la ley, la ley no es igual para todos. Y todas. Se hacen incontables denuncias que anuncian la próxima masacre. A veces, de una familia entera. Nada importa. Y es muy difícil la batalla cultural, cuando la cultura represora sostiene la paradoja, o sea, la contradicción simultánea entre términos excluyentes. Y aunque lamento decirlo, más lamentaría no decirlo.

El nombre de esa cruel paradoja es Eugenio Zaffaroni, que todavía no pudo acreditar en forma fehaciente no ser el titular de departamentos/prostíbulos. Desde ya no es el único, pero esto poco importa. Lo que si importa es que la masacre sigue siendo la marca registrada de esta cultura represora. Y el hambre, el hambre, el hambre, es una de las masacres mas absurdas e injustas, si pudiéramos pensar en algún extravío de la mente que hay masacres coherentes y justas.

Las hay, pero solamente desde la lógica predadora de esta cultura que cuando no quiere que nos demos cuenta que también sabe asesinar, se hace llamar democracia. Para desmentir, y lo está logrando, su esencia de tregua.

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