LUEGO PREGUNTAMOS POR QUÉ NOS LLAMAN BORREGOS

Los borregos, al igual que las ovejas, siguen sin rechistar las órdenes del pastor que las cuida. Comen los pastos de los lugares a donde son llevados, y toman solamente el agua que les sirve su dueño. Así transcurre toda su vida, y hasta su muerte, puesto que hasta en el ocaso de la existencia son llevados a ser sacrificados, y no protestan ante su instante final.

En síntesis, el borrego es aquel que simplemente hace lo que le dice quien manda. Una analogía parecida es la que vivimos los españoles. Los europeos suelen ser más críticos, y no se suelen tragar los cuentos, a pesar de que están igual de alienados que nosotros.

En cambio, la sociedad española no sabe pensar por sí misma, es lo que tienen 40 años de dictadura medieval. Es borrega. Empezando por la política y la economía. Nos dice el discurso oficial que todo va bien, que no hay que cambiar nada. Que hacerlo significaría un salto al vacío. Que las señales de tranquilidad significan inmovilismo. Que hay que tranquilizar a los mercados. Que no hay que ponerles impuestos a las plusvalías porque ahuyentan las inversiones, y no habrá trabajo. Que no podemos aumentar el salario mínimo, ni pagar pensiones justas a los jubilados, porque desequilibramos la caja fiscal. Que no importa si robó, asesinó, y abusó del poder; igual le hizo bien al país. Que el que reclama por los derechos de los trabajadores es un radical. Que estos son ignorantes, los del interior son brutos y han cagado al país con sus votos. Que Rajoy es un inútil, como si Aznar y Zapatero no lo hubieran sido. Que estamos bien porque tenemos móvil, blackberry, tarjeta de crédito y así consumir y consumir. Y así todo el día.

No podemos pedir mucho, si leemos periódicos como El País o La Razón, o si vemos programas de televisión tan estúpidos como Sálvame. Así estamos. Y no es que no se puedan ver, lo malo es cuando nos nubla la vista y ya no nos deja ver más allá.