Manifiesto ante la huelga de las feministes indignades


ANTE LA HUELGA DEL 29M

Las Feministes Indignades manifestamos nuestro apoyo a la huelga del 29M y apostamos porque este sea la continuación de un proceso de conflictividad social. Lamentamos la situación actual, en la que dependemos de la convocatoria de unos sindicatos mayoritarios, que luego no dudan en sentarse a firmar cualquier recorte en derechos laborales que el gobierno y los empresarios le pongan por delante. Lamentamos también que en el diseño de esta jornada de huelga muchas de nosotras nos quedemos fuera de la mayoría de llamados a la acción: nosotras precarias, excluidas, cuidadoras, desempleadas…

Nosotras que nunca hemos visto un convenio ni sabemos quién es ese señor llamado patronal, que casi no tenemos derecho a huelga por las características de nuestro trabajo precario y reproductivo: el aislamiento, la dependencia económica, la carencia de garantías, los riesgos de represalias, de renovación de contrato o de pérdida del trabajo…

Nosotras que no hemos conseguido entrar en ese mundo “ideal” del trabajo asalariado con sueldo fijo a fin de mes, que vemos como nuestros cuerpos, nuestros conocimientos y nuestras experiencias no tienen valor ahí dentro, y que caemos en las dinámicas de autocensurarnos, modificarnos, devaluarnos por no haber conseguido llegar a esa normalidad de clase media, recordamos que la mejor respuesta al capìtalismo es la colectiva, el apoyo mutuo, la construcción de alternativas feministas.

Por eso creemos en la necesidad de una huelga general, de una jornada de lucha unitaria que nos ayude a visibilizar lo que desde hace ya tiempo venimos diciendo desde distintos espacios feministas: la lógica de la acumulación del capital es incompatible con la lógica de la sostenibilidad de la vida en condiciones dignas.

Esta enésima “reforma laboral” supone un ataque gravísimo, otro más, a las condiciones de vida de la población en general y de las mujeres en particular. Un paso más en el descarado posicionamiento del Estado a favor de los intereses de banqueros y empresarios y en contra de los nuestros. Un paso más que viene a acompañar a los dados para destruir lo público: los recortes en sanidad, educación, sistema de pensiones y atención a la dependencia, (una ley más simbólica que real), en clara dejación de las responsabilidades del Estado para proporcionar recursos para la vida.

Las mujeres, en su momento, nos incorporamos al mercado laboral con intención de quedarnos, superando muchas oposiciones. Pero lo hicimos en clara situación de desigualdad, marcada por una altísima precariedad a la entrada, durante y a la salida de la vida laboral, por los bajos salarios y una tasa de paro siempre superior a la de los hombres. Y es que, desde siempre, el mercado laboral ha sido diseñado para cumplir con el modelo patriarcal de hombre proveedor que gana el pan y de mujer ama de casa que aporta con su trabajo a tiempo parcial. Todas las leyes y reformas laborales que hemos vivido refuerzan este modelo y además de nuevo asistimos a un discurso conservador que nos señala el camino de vuelta hacia la casa.

A las mujeres se nos asigna socialmente la responsabilidad de los trabajos domésticos, de reproducción social y de cuidados. Nosotras decimos que estos trabajos invisibilizados, no reconocidos y no pagados (y que no deberían estar sometidos a las leyes del mercado) son los más importante, porque son los que mantienen las vidas vulnerables de todas las personas. Su importancia es tal, que es en torno a ellos que debería organizarse nuestra sociedad: los horarios, las ciudades…

Compatibilizar estos trabajos con el empleo nos supone recurrir a las redes de ayuda femenina: nuestras madres, abuelas, hijas mayores… cuando no a la contratación de otras mujeres, normalmente migradas y mal pagadas, que a su vez dejan a sus hijos e hijas a cargo de otras mujeres.

Tenemos que decir bien alto que los trabajos de reproducción nos son únicamente responsabilidad nuestra, deben ser compartidos, y nosotras queremos poder elegir. El mercado laboral es inhumano, incompatible con el cuidado de la vida. Para nosotras una manera mucho más inteligente de reformarlo sería reducir la jornada laboral de todos y todas y repartir todos los trabajos.

Como feministas no queremos que la exclusión y las desigualdades sociales sean la norma, nos rebelamos contra ello y por eso os llamamos a todas para que desde donde estéis os suméis a esta huelga, desde el trabajo asalariado, si lo tenéis, desde la casa haciendo huelga de cuidados y sacando los mandiles a la calle; como consumidoras, haciendo huelga de consumo, no hagas la compra, no pongas la lavadora, ni la tele,
no cojas el transporte público, no lleves a los niños al cole, cambia la visita del médico.

Queremos:
Una huelga de ojos, de manos y de besos.

Una huelga donde respirar no sea permitido,

una huelga donde nazca el silencio

para oír los pasos del tirano que se marcha.
(Gioconda Belli)

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