¿VIVIMOS EN DEMOCRACIA?

Muchos creen que la democracia española, ”nacida” en 1978, ha sido de pronto secuestrada por los poderes financieros. Esta idea, muy presente en el imaginario colectivo, viene a querernos decir que hasta el estallido de la crisis vivíamos felices en democracia, pero que el crack de las hipotecas subprime nos ha llevado irremediablemente a una dictadura de los bancos. Nada más alejado de la realidad. Señor lector: ¿podría usted citarme algún instante democrático en los últimos 200 años en España?

1) ¿Qué es la democracia? 
La democracia, obviamente, no consiste tan sólo en depositar una papeleta en una urna cada cuatro años, por mucho que el gesto pueda significar. El derecho a voto, negado por la clase dominante a la clase dominada durante toda la Historia del ser humano, ha costado mucho esfuerzo y muchas vidas, pero hoy porfin gozamos de él (al menos en una parte del mundo). ¿Significa esto que vivimos en una democracia? No hay que ser muy listo para percatarse de que no. Democracia no es votar cada cuatro años, coaccionados previamente por los medios de comunicación. La democracia reside en la igualdad de oportunidades, la justicia, la libertad y, sobretodo, el reparto justo de las riquezas.
2) ¿Vivo en una democracia?
Capitalismo y democracia no son compatibles, y por ende al menos en las sociedades occidentales no hay democracia. Vivimos, si acaso, en lo que los griegos llamaban oligarquía isonómica: un régimen socio-político en el que hu­biera por el lado de la socie­dad civil, igualdad estricta ante la ley, mientras, por el lado de la sociedad política, hubiera una desigualdad que permitiera sólo el gobierno de unos pocos de los ricos, de los que saben y tienen ex­periencia, sobre los muchos pobres e irresponsables.
Además, los políticos -los que llegan a gobernar- se ponen de inmediato al servicio de la burguesía, enfrentandose a menudo a sus votantes. Tal y cómo dice Pascual Serrano:

Cuando se pregunta a los ciudadanos queda en evidencia que las posiciones de gobiernos y parlamentos no responden al deseo de la mayoría de los ciudadanos.

Esto no debería escandalizarnos pues es propio del capitalismo: el Estado está al servicio de la clase dominante, y por tanto actúa en su favor. El problema es que lo que le conviene a la clase dominante no es nunca -o casi nunca- lo que le conviene al pueblo. Esto se conoce como lucha de clases y explica porque los gobernantes de las democracias occidentales pierden apoyo popular a medida que pasa el tiempo. Los políticos que trabajan para el pueblo -que es su trabajo- no suelen perder popularidad, a no ser que la opinión mediática al servicio del capital así lo quiera.
3) ¿Ha existido alguna vez la democracia?
Teniendo en cuenta la definición dada anteriormente al termino, no es fácil encontrar casos de democracia en la Historia del ser humano. Quizás lo más cercano sean las experiencias, con todos sus límites y contradicciones. La Rusia de Lenin, la Comuna de París… seguramente sean lo más cercano a la democracia que ha habido, lo que es un indicador de los pocos casos en los que el pueblo ha podido alcanzar el poder. En la Antigua Atenas las decisiones las tomaban los ciudadanos en una Asamblea, pero no estaban incluídos ni los extranjeros, ni los esclavos ni las mujeres. No podemos hablar por tanto, por muy bonito que suene, de que en la Antigua Grecia había democracia. Si que les debemos a los helenos la cultura democrática y la idea del voto popular.
El hecho de que la democracia no haya podido ser alcanzada jamás en su totalidad se explica por dos factores bastante complejos: la resistencia de la clase dominante a perder el poder y el egoísmo y la alienación implantados por esta misma clase dominante en las mentes de los trabajadores/esclavos. El segundo factor está mucho más presente hoy en día que hace 30 años, como puede apreciarse con tan sólo encender el televisor.
4) ¿Y en España hay democracia?
Permitánme citar el artículo de Pascual Serrano llamado ”Eso que llaman democracia”:

 

Tras conocer los resultados de las elecciones del pasado 22 de mayo, las eufóricas huestes del PP clamaban que aquello era democracia y no lo de la Puerta del Sol. Su argumento era que ellos esgrimían votos de ciudadanos, mientras que los manifestantes no poseían mayor legitimidad que la de cada uno de ellos. Pero si ahora estamos en la calle es porque no nos dejan usar las urnas de forma democrática: la ley electoral es injusta, los elegidos toman decisiones que no responden al deseo de la mayoría social y no cumplen los compromisos con los que llegaron al poder.
El 74% de los españoles manifestó en una estudio de la aseguradora AXA que no era partidario de que se aumentara la edad de la jubilación y la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas mostró que el 80% de los españoles estaba en contra de ampliar la edad de jubilación. Sin embargo, la primera votación del Parlamento español donde se plantearon reformas en la dirección de aumentar esa edad sólo tuvo los votos en contra de nueve diputados de un total de 340. Igualmente, Gobierno, sindicatos y patronal firmaron un acuerdo económico y social que, entre otras medidas, permitía la reforma del sistema de pensiones y las políticas activas de empleo. Es evidente que no representaban el sentir de la mayoría de los ciudadanos españoles.
La votación sobre la participación española en el ataque a Libia en marzo de 2011 contó prácticamente con el apoyo de todos los diputados, 336. Sin embargo, los sondeos de opinión mostraban que el apoyo de los ciudadanos españoles era del 53,1% frente al 36,6% que la rechazaba . Incluso un periodista nada sospechoso de antisistema como Luis del Olmo destacó “el divorcio entre la voz de la calle y la disciplina de voto en el hemiciclo” .
Una encuesta mostró que el 73 por ciento de los españoles respondió afirmativamente a la pregunta “¿piensa que la instalación de una central nuclear en su país es un riego para usted y su familia?”. A pesar de ello, España cuenta con ocho reactores nucleares en activo, lógicamente gracias al apoyo de diferentes legislaciones.
En las elecciones generales españolas de 2008 a Izquierda Unida, con el 3’8 de los votos, le correspondió sólo el 0’50 % de los escaños. Con doscientos mil votos menos, CiU consiguió cinco veces más diputados que IU. Coalición Canaria con menos de la décima parte de votos que la coalición de izquierdas, logró la misma cantidad de diputados. La circunscripción electoral provincial provocó que 745.008 votos de Izquierda Unida no sirvieran para nada porque fueron restos provinciales que no se tradujeron en representación parlamentaria.
Cuando se pregunta a los ciudadanos queda en evidencia que las posiciones de gobiernos y parlamentos no responden al deseo de la mayoría de los ciudadanos. Por supuesto eso no sucede en España, aquí no se nos ha consultado ni una sola de las medidas aplicadas contra la crisis.
Si las milicias del PP que bramaban en Génova reivindican su legitimidad tras las urnas, nosotros también. Que nos pregunten en referéndum si queremos que se aumente la edad de jubilación, si queremos que se congelen las pensiones, si queremos que el dinero público se destine a los bancos en crisis, si queremos que ante el impago de la hipoteca el banco se quede con la vivienda y mucho más, si queremos que los políticos procesados por corrupción puedan ser candidatos. Entonces quizás empezamos a creer en esto que llaman “democracia”.

One response to “¿VIVIMOS EN DEMOCRACIA?”

  1. winifeer

    por que