El proceso de crisis global del Capitalismo sigue agudizándose. Las recetas neoliberales dejaron por el camino derechos sociales y laborales. El viejo “estado de bienestar” europeo forma ya parte de los libros de historia. Las maquinarias burocratizadas sindicales se ven sobrepasadas por la aceleración de los acontecimientos, el movimiento obrero clásico esta paralizado. El sindicalismo alternativo, no supo o no pudo, conectar o generar, espacios combativos. Más allá de las grandes manifestaciones contra los recortes no es de esperar que el movimiento sobrepase la mesa de negociación de sindicatos/gobierno/patronal; incluso la perspectiva de Huelga General está bastante alejada.
A pesar de esto, hay que apoyar en unidad de acción estas luchas y explicar las alternativas anticapitalistas, tanto a nivel global como local. Explicar pacientemente nuestras alternativas a maestros, médicos, enfermeras, catedráticas, funcionarios, estudiantes… mañana a los obreros metalúrgicos y estibadores. Tarde o temprano todas las capas de la clase obrera, pequeños comerciantes junto con autónomos se verán afectadas por la crisis global. El mercado europeo se está reestructurando al nuevo orden mundial económico y éste no es nada favorable para las de abajo. En este proceso, que puede durar varios años más, quien sabe si décadas, las aristocracias obreras despertarán del falso sueño del “capitalismo popular” y resurgirá el movimiento obrero con nuevos sindicatos o corrientes sindicales y organizaciones a nivel internacional, fruto de la unión de voluntades individuales en espacios democráticos de lucha contra los recortes y la crisis. Pero claro, mientras que esto ocurre a nivel global. ¿Qué hacemos las de más abajo? Las que ya estamos en paro desde hace años, los que terminamos los estudios y no vemos futuro, las familias desahuciadas, las que nos negamos a seguir siendo parte del sistema… Los procesos de toma de conciencia de las masas son confusos, contradictorios y expuestos a grandes saltos. Las minorías activas debemos tener claro este concepto. Nuestra participación en estos procesos debe ser paciente, inteligente y audaz. Crear espacios de autogestión y soberanía alimentaria a nivel local se torna una tarea inmediata para poder resistir a las presiones del sistema y continuar con nuestra lucha global. Liberar espacios públicos, buscar cesiones de locales, huertos comunales, comedores sociales, difusión de movimientos, bibliotecas… En definitiva, tejer una red social y cultural local que cree estructuras fuera del capitalismo en las que, las de más abajo, podamos apoyarnos las unas en los otros. Consolidar una red de proyectos alternativos en la comarca no solo mostrará a nuestros vecinos que otro mundo es posible, posibilitará a las de más abajo tener acceso a bienes de consumo y uso, conocimientos y soberanía alimentaria. Los huertos comunales y grupo de consumo “Morvedre pren l’horta” y “Morvedre pren el mercat”, desarrollados en el seno de Toma La Plaza Morvedre, son un ejemplo vivo de estos espacios alternativos. Integrar estos proyectos y desarrollar otros en una red autogestionada en el Camp de Morvedre puede ser una realidad en pocos meses si conseguimos aunar compromiso y lucha.
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